Ahí estoy en el fondo de un profundo pozo. Húmedo, frío y oscuro.
Entonces llega intentando convencerme de que el pozo no es tan profundo, y de que hay una salida. Quiere que crea en estas locas ideas. Dice que puedo deslizarme fuera y que me va a ayudar. Dice que va estirar su mano, va a lanzar una soga y así de simple voy a salir.
Qué más da, le creo, le hago caso.
Pero entonces se da cuenta que no era tan fácil. El pozo es oscuro, la gravedad inmensa, las paredes resbalan y se necesita fuerza para sacarme. Se da cuenta que requiere esfuerzo de su parte. Decide mejor soltar la soga, dejarme caer de nuevo y marcharse.
De nuevo, en el fondo del pozo me pregunto ¿hacia falta? ¿Para qué venir a meterte para concluir así? No me rompas las pelotas. Dejame en paz en mi pozo. Y dejame terminar todo.
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